A menudo es difícil explicar en clase en qué consiste ser sensacionalista dando información. La idea básica de exagerar y llegar a la mentira o a la calumnia con tal de vender más y más periódicos se queda corta y se necesitan ejemplos claros que nos permitan distinguir qué es sensacionalismo y qué es clara desviación ideológica o política de los hechos.
Estos días tenemos uno muy evidente: el caso del semanario británico News of the world, propiedad del magnate Rupert Murdoch, que se ha visto obligado a cerrar no tanto por la continua difusión de noticias falsas o deliberadamente manipuladas, sino por algo más grave todavía: el escándalo desatado por una gigantesca red de escuchas telefónicas supuestamente montadas por el propio periódico con tal de obtener inofrmaciones privadas de todo tipo de personajes públicos. Para no dar crédito de lo que algunos están dispuestos a hacer con tal de ganar dinero.
Nos da buena cuenta de todo el periodista Ramón Lobo en su blog de El País:
Leedlo entero, de verdad, que no tiene desperdicio.
